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La aventura

PENSAR SOBRE LA EDUCACIÓN DESDE LA PSICOLOGÍA DE LA INSTRUCCIÓN...

Leyendo las cartas a un joven psicólogo de María Dolores Avia (2000) y, en concreto lo carta de Jesús Martín Cordero, psicólogo de la educación en la que dice: “en tiempos en los que tan a la orden del día están las reformas educativas, mejor será aclarar cuestiones de principio. O intentarlo,  que no va uno a pretender dar cuenta cumplida de asuntos que llevan sobre la mesa al menos un par de miles de años. Con reformas educativas, no me refiero únicamente a la LOGSE, ni a lo planes de estudio de psicología y de psicopedagogía, sino, y  sobre todo, al debate que atraviesa nuestra disciplina”.

 

Ya se han dado en España alguna reforma más:  LOCE (2002) y la  más  reciente LOE,  esto demuestra como dice Cordero que el tema de la educación nos interesa desde hace bastante tiempo. Desde distintas teorías de la educación podemos reflexionar:

Cuando a Brunner se le ha preguntado sobre su concepción de la educación opina que “se pueden apreciar dos concepciones aparentemente antinómicas. Sabiendo que el hombre es la única especie que emplea la educación como manera de transmitir la cultura de una generación a la otra, se puede considerar que la educación tiene por finalidad reproducir la cultura en la cual está situada. Pero son numerosos aquellos que consideran que la finalidad de la educación es sobre todo hacer a las gentes más autónomas y aptas para utilizar de mejor manera sus capacidades (...) el aprendizaje es a la vez un proceso que se desarrolla en el interior del cerebro del  individuo y en él un mundo cultural determinado (Bruner, 199, 218).

Esta preocupación por la educación podemos comprenderla de la mano de   Jerome Bruner,  quien dio un gran impulso a la psicología cognitiva desde una concepción psico-cultural de la educación. Desde esta perspectiva, una teoría de la educación tiene que encontrarse necesariamente en la intersección entre ellas: mente y cultura. De este modo los postulados propuestos por Bruner tienen consecuencias para la educación. Menciona nueve postulados  los  cuales deben guiar nuestra práctica docente, algunos más que otros: éstos  tienen implicaciones educativas, entender algo de una manera no evita  entenderlo de otras maneras, si bien depende de la perspectiva también refleja reglas de evidencia, consistencia y coherencia.

Tenemos también que tener en cuenta lo que Vigotsky llamó una Zona de Desarrollo Próximo, una capacidad para reconocer formas que van más allá de esa dotación; tenemos la obligación moral de insistir en la educación de todos, también de aquellos que tiene condiciones desfavorables; una función de la educación es equiparar a los seres humanos con los sistemas simbólicos que se necesitan; “el pensamiento sobre el pensamiento” debe ser un ingrediente principal de cualquier práctica capacitadora de la educación, lo cual es necesario para que se produzca el  constructivismo. Para explicarlo, el autor se refiere al modo de pensar y sentir que utilizamos los seres humanos en general. Los hombres y mujeres crean una versión del mundo en la que, psicológicamente, encuentran un lugar para sí mismos: un mundo personal. Bruner nos lo explica cómo a partir de la experiencia escolar los niños en crecimiento crean significados que pueden relacionar con sus vidas en una cultura.

La narración constituye una forma importante de pensamiento y un vehículo indispensable para la creación de significado. Es probable que la importancia de la narración para la cohesión de una cultura sea tan grande como lo es para la estructuración de la vida de un individuo.

Otro de los postulados propuestos sugiere que un sistema de educación debe ayudar a los que crecen en una cultura a encontrar una identidad dentro de ella. Solamente en una modalidad narrativa puede uno construir una identidad y encontrar un lugar en la cultura propia.

 

El desafío para la enseñanza es situar el conocimiento en el contexto vivo. Y este contexto vivo, en las aulas, puede referirse a una situación que lo “torne vivo”, formando parte del mundo personal de los que estudian. "El pasarse conocimiento y habilidad, como cualquier intercambio humano, supone una subcomunidad en interacción. Como mínimo, supone un «profesor» y un «aprendiz»; o sino un profesor en carne y hueso, sí un vicario como un libro o una película o un muestrario, o un ordenador «interactivo. Es sobre todo a través de la interacción con otros que los niños averiguan de qué trata la cultura y cómo concibe el mundo" (Bruner, J., 1997, 38-39).

Bruner destaca la habilidad humana para entender las mentes de los otros, ya sea a través del lenguaje escrito u oral, los gestos u otros medios. Desde esta perspectiva, concibe una subcomunidad que se especializa en el aprendizaje entre sus miembros, como aprendices que ayudan a aprender unos a otros, cada cual de acuerdo con sus habilidades. Si queremos que los alumnos lleguen a un juicio sensato, a confiar en sí mismos, que trabajen bien unos con otros, estas habilidades no aparecen bajo la instancia de transmisión de dirección única, ni a partir del trabajo en total soledad. De esta manera, el aula se reconceptualiza como una subcomunidad de aprendices mutuos, donde los integrantes ejercen funciones diferenciadas: unos actúan como "memoria" para el grupo, otros mantienen el registro de "hasta dónde han llegado las cosas", otros avisan posibles riesgos. La cuestión es que todos se ayuden unos a otros, con el profesor orquestando los procedimientos.

Bruner insiste en que, para que los niños creen, a partir de la experiencia escolar, significados que pueden relacionar con sus vidas en la cultura, la narración se presenta como un vehículo privilegiado. Es probable que la importancia de la narración para la cohesión de una cultura sea tan importante como lo es para la estructuración de la vida de los individuos. Parece evidente que la habilidad para construir relatos y para comprenderlos es crucial en la construcción de la cultura y de un lugar para nosotros mismos en el mundo que nos rodea.

 

Desde otro punto de vista Del Val en su libro “Aprender en la vida y en la escuela” nos hace reflexionar sobre ¿Cómo podemos aprovechar las ventajas del  conocimiento cotidiano en la escuela?. En primer lugar creo que no hay que verlo como un enemigo, sino como un aliado pues la enseñanza escolar de la ciencia tiene que edificarse sobre él, y no puede ignorarse que está ahí ya que forma un componente muy importante en la vida de las personas. En segundo lugar nos da las pautas sobre cómo proponer un conocimiento más atractivo y vinculado con el entorno. Considerando lo anteriormente propuesto debemos partir para esto de las representaciones espontáneas de los sujetos, conocerlas y actuar sobre ellas, usando diferentes métodos y estrategias para salvar la distancia que hay entre el conocimiento del maestro y de los aprendices e irla reduciendo y aproximarla.

 

“Todos los aprendizajes desdichados se parecen y los felices lo son cada uno a su manera” Juan Ignacio Pozo nos ofrece nuevas ideas y aportaciones de la moderna psicología del aprendizaje, que pueden adaptarse a una perspectiva cognitiva. Estas ideas pueden ayudar a los docentes a estructurar mejor y más eficazmente las situaciones de aprendizaje pero también pueden hacer que los aprendices conozcan mejor en qué consiste la tarea de aprender, de forma que tengan un mayor control sobre sus propios procesos de aprendizaje y, a la vez, puedan planificar mejor sus actividades o su estudio.

Igualmente nos sugiere la nueva cultura del aprendizaje en el marco de la sociedad del conocimiento que, nos guste o no, está definiendo nuevas metas y funciones para la educación,  en estos comienzos de siglo, no educamos en la sociedad que queremos, pero sí debemos hacerlo para cambiarla en la dirección que deseamos. Las nuevas formas de gestionar y distribuir socialmente el conocimiento, las nuevas tecnologías para acceder a ese conocimiento parece estar definiendo una nueva cultura del aprendizaje que requiere una mentalidad nueva tanto en quienes aprenden como entre quienes enseñan.

 

Tras todo este estudio y reflexiones me hago esta pregunta: ¿es posible y útil unir principios de diversas teorías?. Desde mi punto de vista es posible sólo si se construye una teoría de la educación y del hombre más integral y compleja; que contemple tanto los procesos de la mente como los intercambios de esta con su entorno cultural y social; como la síntesis de lo individual y lo sociocultural; que conciba a la educación lejana a lo unívoco y más cercano a lo difuso, complejo y cambiante, que exige enfrentar con diversas estrategias e instrumentos.

Para terminar: “la educación es una empresa compleja de adaptar una cultura a las necesidades de cada uno de sus miembros, y de adaptar a sus miembros y sus formas de conocer a las necesidades de la cultura”.

1 comentario

Sol -

Siempre tan exhaustiva, Petra: pueden destacarse muchas cosas buenas de ti, pero desde luego tus revisiones teóricas están entre ellas...
Bien, poco que añadir sobre tus lecturas: las aprovechas, llegas al fondo, pero echo en falta (quizás ya te lo he comentado en alguna otra asignatura) una mayor vinculación con la práctica, con "tu" práctica. Es decir, sin miedo, comprométete a mostrar las dificultades de "encarnar" (Pozo dixit) la teoría...
Seguiremos hablando.